Fisuras Otantistas
Europa occidental y Estados Unidos en el laberinto dispuesto por Putin
Olaf Scholz y Xi Jinping
La guerra en Ucrania se ha convertido en un catalizador de realineamientos geopolíticos y se consolida como el epílogo de la hegemonía unipolar estadounidense, que empezó a resquebrajarse con la crisis financiera de 2008 que terminó debilitando el programa neoliberal iniciado en la década del ‘70 del siglo pasado. Las dos décadas iniciales del siglo XXI exhibieron el fracaso militar de Estados Unidos en Irak y Afganistán, la irrupción como potencia económica y comercial de China, la reconstrucción de la soberanía rusa y el deterioro institucional de Washington, evidenciado en el legado trumpista y el asalto al Capitolio en enero de 2021. Europa occidental, por su parte, también ha visto deteriorarse su proyecto de integración con las crisis de las deudas al iniciarse la segunda década del siglo –que tuvo a Grecia como una de sus víctimas prioritarias– y la posterior salida del Reino Unido en el proceso conocido como Brexit.
En este contexto de reconfiguración se llevó a cabo la reunión de ministros de relaciones exteriores del G7, el conglomerado de países que conforman la OTAN, más Japón. El cónclave se realizó los días 3 y 4 de noviembre en el ayuntamiento de Münster, el mismo lugar donde en 1648 se firmó la Paz de Westfalia, tratado con el que se instituyó el principio de soberanía estatal que el neoliberalismo se encargó de vulnerar, de forma sistemática, durante el último medio siglo. Los temas centrales del encuentro se vincularon al conflicto en Ucrania, las divergencias al interior de los integrantes de la Unión Europea y las inocultables contrariedades entre Washington y Bruselas. El evento concluyó sin grandes acuerdos, cinco días antes de que se desarrollaran las elecciones en Estados Unidos, en las que no se produjo la anunciada marea republicana, pero sí se evidenció un debilitamiento de los demócratas, en ambas Cámaras.
Según diferentes analistas, el resultado de las elecciones –sobre todo por la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes por parte de los demócratas– no limitará el envió de armas a Ucrania, pero Estados Unidos se verá obligado a reducir los aportes financieros, por exigencia de los republicanos. Esa posibilidad fue informada por Antony Blinken en el encuentro de Münster, acompañada de una solicitud para que Bruselas se comprometa aún más con el destino de Volodymyr Zelensky. Las respuestas obtenidas por el titular del Departamento de Estado no fueron las esperadas: el ministro de Finanzas ucraniano, Serguéi Márchenko, informó a Blinken que la Unión Europea no podrá cumplir con los compromisos asumidos de girar en noviembre 2.500 millones de euros. Los compromisos de Bruselas hacia Kiev incluían un préstamo de 18.000 millones de euros, con la condición de ser devueltos a 35 años. Sin embargo, uno de los integrantes de la UE, el Presidente húngaro Viktor Orbán, se ha opuesto de forma terminante: “Decimos sí al apoyo a Ucrania, pero nos oponemos a un crédito conjunto”, ha recalcado este martes Gergely Gulyás, ministro de Gobernación magyar.
Las contradicciones de la Unión Europea han sido conceptualizadas de forma tajante por los diplomáticos rusos: “Observamos que entre las diversas fuerzas políticas de la Unión Europea está surgiendo gradualmente más y más sentido común con respecto a cuánto le cuesta a Europa la rusofobia frenética y el apoyo ciego al régimen de Kiev”, declaró el Representante Permanente de la Federación ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Maxim Buyakevich, en una reunión de su Consejo Permanente.
Traslado de la primera de seis bobinas de campo magnético poloidal “PF-1” necesarias para iniciar y mantener la fusión nuclear.
Mientras se realizaba la reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Münster, el canciller alemán Olaf Scholz iniciaba su viaje a la República Popular China. Acompañó al dirigente de la socialdemocracia germana una delegación de empresarios conformada por 12 de los más importantes CEOs de sus empresas industriales de ese país: Volkswagen, Deutsche Bank, Siemens, BASF, BMW, Bayer y Biontech. La visita de los europeos estuvo condicionada por la ampliación de la brecha comercial entre ambos países. En 2021, las exportaciones de Beijing triplicaron el monto facturado por Berlín.
Mientras Scholz recibía cuestionamientos de sus socios otantistas de Washington, que caracterizaron el intercambio con Xi Jinping como una forma de legitimación de su adversario estratégico, China le exigía a Berlín el mantenimiento de relaciones con Europa, con independencia de las condiciones reclamadas por Estados Unidos: “China siempre considera a Europa como un socio estratégico integral. Apoya la autonomía estratégica de la Unión Europea y desea a Europa estabilidad y prosperidad. China sostiene que sus relaciones con Europa no deben estar sujetas a las condicionalidades exigidas por terceros países”. Los empresarios que participaron de la delegación germana dejaron entrever a los periodistas europeos acreditados que un total de 5.000 empresas alemanas tienen presencia en el país asiático, y que dichas corporaciones han invertido –en las últimas décadas– unos 90.000 millones de euros en China. Un monto que –afirmaron– no están dispuestos de desperdiciar.
El titular del ejecutivo francés, Emmanuel Macron, fue otro de los cuestionados por el Departamento de Estado al negociar en forma directa con Vladimir Putin el envío de una bobina de campo magnético poloidal de 160 toneladas de peso, producida con tecnología rusa. Dicha pieza, según los científicos franceses, es imprescindible para viabilizar el funcionamiento del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER, por sus siglas en inglés), útil para su proyecto de fusión nuclear. La bobina mide nueve metros de diámetro y es el primer imán superconductor que se produce en Rusia. La construcción fue confeccionada por el Astillero Sredne-Nevskiy en el marco de un programa colaborativo liderado por el Instituto de Investigación de Aparatos Electrofísicos.
El proyecto se inició en 2008 y su desarrollo fue llevado adelante por la Corporación Estatal Rusa de Energía Atómica, Rosatom, que lidera la implementación de prototipos de reactores de fusión, destinados a ampliar las capacidades energéticas. El desarrollo inicial del proyecto –que augura energía limpia e ilimitada– se inició hace 35 años y se espera que para 2025 se ponga en marcha el reactor termonuclear, luego de que los científicos obtengan el primer conjunto de plasma necesario para su lanzamiento.